Buenos días a todos,
Ya hace no se cuantos días que estoy encerrado en el hospital.
Todo empezó en Jueves, ese día me tocaba quimioterapia y tenía dolores en la articulación sacroilíaca. Ahora mismo ya no puedo daros un punto de referencia sobre si eran grandes dolores o simples molestias por lo que más adelante detallaré.
Los recuentos del análisis previo a la sesión salieron perfectos, defensas altas quizá. Me bajé a la sala de los sillones como cada día de quimio y ahí empecé a sentir dolor que fue en aumento hasta convertirse en un vendaval.
Trataré de ser descriptivo pero ya os adelanto que va a resultar un relato un tanto surrealista.
Cuando creo que aquello va pasando de un dolor suave ya me he metido en una espiral que enfrenta mi raciocinio con mis sentidos. Mi cabeza dice "no pasa nada, ahora te pincharán una dosis extra de morfina y el nivel bajará a algo tolerable... pero no, resulta que el "machote" se ha aguantado demasiado y con la máxima dosis que podían administrarme lo único que conseguí fue una especie de "separación" entre el razonamiento y el sentidos en estado puro.
Con la cabeza me doy cuenta de que no tengo vómitos ni mareos, estoy aceptando mayores dósis de morfina ya sin estos efectos y "pienso" y me repito que todo es cuestión de tiempo.
Pero lo que siento es otra cosa totalmente diferente, me siento desgarrado, siento mi pierna separándose de mi columna, un dolor que jamás hubiera podido imaginar, aprieto cualquier cosa que puedo alcanzar, muerdo, golpeo, estoy fuera de control.
Y mi razón se queda totalmente bloqueada, no sabe cómo actuar, tengo que controlar esto, hay gente delante, yo soy un tipo duro, yo no lloro, a mi no me domina el dolor, mi gente me necesita como referente del tipo más duro que siempre me he creído. Yo no pierdo el conocimiento ni en estos casos.
Miro a mi alrededor, deben ser las tantas de la madrugada, mis hermanos, Majo, Dani, mis médicos, todos alrededor de la cama y adivino el miedo en sus semblantes. Saben que algo va a pasar, pero no saben qué.
Ni que decir tiene que me ahorro los comentarios que salieron por mi boca, por lo menos los que yo recuerdo, pero todo lo parecido a la niña del exorcista sin los giros de cabeza.
De repente algo se rompe en mi interior.
No es algo físico.
El dolor pasa a segundo plano, me veo gritar, agitarme, veo como me sujetan entre todos pero me doy cuenta de que estoy llorando.... estoy llorando a voz en grito y en público, estoy suplicando que terminen con ese dolor como sea, lo que haga falta, una ventana, quiero morirme acabar de una vez, ya no lo soporto más. Me rindo.
Alguien me dice que aguante un poco más, todos me abrazan y entonces me doy cuenta de qué es lo que se ha roto.
Se ha roto la barrera-coraza del tipo duro. Ha saltado en mil pedazos como si una maza de 1000 toneladas hubiera golpeado el David de Miguel Angel y debajo hubiera aparecido una persona.....
Y aquí es donde tengo que contároslo tal y como lo viví, el dolor continuaba y todos estaban encima de mi pero yo estaba llorando a voz en grito, pidiendo ayuda... y eso me hacía feliz.
En ese momento me sentí más humano que en todo el resto de mi vida, y fui feliz.
Feliz retorciéndome de dolor por que mi gente estaba a mi lado y por fin podían ayudarme, por fin podían ver mi versión original.
Ese soy yo, siempre he sido ese pero ahora a pecho descubierto. Un ser débil, capaz de rendirse, de renunciar a la vida, de abandonar a su hija de 7 años por terminar con un dolor.
Se terminó el macho y mi gente me pudo mirar a la cara y decirme "aguanta estamos aquí contigo, te queremos, esto pasará" y me recuerdo diciendo "quitármelo por favor, hacer cualquier cosa pero quitármelo por favor" pero con una cara diferente porque las suyas lo eran. Les vi aliviados, vi caras de amor, caras de "ahora puedo ayudarte, ahora no te crees mejor que yo, ahora somos iguales y puedo abrazarte y decirte lo que te quiero y ....."
La morfina fue haciendo efecto.
Afirmo sin duda que sentí los abrazos de cada uno como si fuera la primera vez que lo hacían, sentí cada abrazo como si estuviera desnudo y me fundiera con esa persona. Recuerdo la cara de Pplu a dos dedos de la mía diciendo "te quiero tío" y recuerdo llorar por oírlo.
Luego unas horas a solas con Majo y cinco días de ataques hasta que me controlaron la infección o lo que fuera pero ya todo es distinto.
Recuerdo a mi terapeuta entrar en la habitación, siempre recordaré su cambio de expresión, creo que ella era la única que sabía que encontraría a alguien diferente. Siempre recordaré su sonrisa, su implícito "ves como si podías".
Esta claro que algunos tíos somos lo suficientemente burros, zopencos, analfabetos emocionales, creídos, orgullosos, críos con 47 años, como para tener que pasar por una experiencia así para reconocernos a nosotros mismos.
Desde luego para mi ha sido una eucaristía, una comunión con mi propio yo. Ahora empiezo a ver lo que soy, a pedir cuando necesito. Ahora acepto que estoy en un estado de debilidad y necesito ayuda de mi gente. Ahora sé donde encontrar la felicidad, ya no tengo que sentarme a esperar a que pase, ahora estoy siendo feliz aquí, atado a una cama y esperando la sesión de radioterapia de cada día.
Y cuando tengo un mal rato pido ayuda, y mi gente sonríe porque se sienten útiles y ven que me acepto su ayuda de corazón. Ahora estoy teniendo conversaciones que jamás hubiera creído poder tener, con mi madre, con mis hermanos, con mis amigos.
No es cuestión de agradecimientos, jamás podré devolver ni la décima parte de lo que habeis hecho por mi pero sé que lo que pasó aquella noche en aquella habitación fue lo más cercano a un unevo parto - resurección.
Todo es diferente porque yo he dado un pasito más.
¿Y tener que agradecer todo esto a un cáncer no es la estupidez más grande cometida en la historia de la humanidad? ¿Qué nos está pasando a los tíos de mi edad?
Creo que las mujeres han peleado su liberación, les queda mucha lucha por delante pero ponen todos sus ovarios en ello, mientras nosotros tratamos de adaptarnos a la nueva situación tratando de no sufrir demasiado ni físicamente ni en nuestras prevendas.
Creo que muchos tíos no se merecen ni a si mismos, ni el cuerpo que les han dado para poder vivir otros 40 años. Creo que hay mucho cobarde en mi generación.
Creo que ya está bien de mirar para otro lado, quiero aceptar mi culpa yo el primero. Por tratar de ser el "cabeza de familia" por tratar llamar a Majo mi "mi mujer", por no mirarla a los ojos cada día, sonreirle y decirle me hace feliz mirarla recién levantada, sin peinar, por haber parido a Laura, por estar, por ser.
Porque si.
Mirad igual podemos aprovechar todo lo hijoputa que llevamos dentro los tíos y ponernos en nuestro lugar y renunciar a tanta estupidez y ser más felices y dejar que ellas también lo sean. Cada uno tiene derecho a cometer sus propias equivocaciones pero no nos aferremos.
El mundo es vuestro chicas, de eso no cabe duda. Lo que os hemos dejado está echo una autentica mierda pero sois las fuertes, las "multitarea" y estoy seguro de que conseguiréis que todos juntos reformemos esta sociedad y que tomaréis las riendas de vuestras relaciones y os dejaréis ser felices.
Hoy necesito algo más que un abrazo para despedirme, vosotros mismos:
Víctor
Pd.- Disculpas por la primera versión plagada de faltas.